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Gianguerino, Piero, Brenda y los otros

Articolo pubblicato il 18 dicembre 2009 su SOY, supplemento del quotidiano argentino Página12
http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/soy/index.html

Por Andrea Meccia
Roma - Un político pescado in fraganti, una transexual asesinada, otra desaparecida y un proxeneta muerto de sobredosis. Disfrazado de escándalo político-pasional, un misterio mafioso y transfóbico recorre las calles romanas. La verdad, mientras tanto, duerme segura, aunque la guardia se descuide a veces y deje pasar uno que otro trompazo en la cara del Poder.

Gianguerino Cafasso era proxeneta y dealer de muchas transexuales en Roma. El 12 de septiembre del 2009 toma heroína purísima en un hotel en la Via Salaria, zona de prostitución las 24 horas, y muere. Un juez ahora postula que alguien lo mató. Brenda, transexual brasileña que trabajaba para Cafasso, muere asfixiada por el humo del incendio de una casa vecina. Encuentran su computadora flotando en la bañera. Los peritos están tratando de recuperar el disco rígido, quién sabe. Eran las primeras horas del 20 noviembre, el Día de Recuerdo para Transexuales y Travestis, no un día cualquiera. “El verdadero nombre del transexual Brenda era Wendell Mendes Paes, había nacido en Brasil el 28 de noviembre de 1977: iba a cumplir 32 años la semana próxima.” Así comienzan todas las notas que dan cuenta de uno de los mayores misterios italianos de los últimos tiempos. Brenda no sólo murió luego de que aparecieran unos videos suyos teniendo sexo con un político clave de la oposición a Berlusconi sino que en todos los artículos y programas de televisión pierde su identidad y se la llama por “su nombre verdadero”. Era Brendona para los clientes y le gustaba el whisky Ballantines, pero ahora, sin el menor pudor, cada vez que los periodistas entrevistan a sus amigas transexuales, a quienes les hablan en femenino, preguntan por Wendell Mendes, el brasileño. Como si la muerte violenta diera vía libre a la intolerancia disfrazada de corrección, de neutralidad. Oh casualidad, muere a los 32 años, el tiempo vital que las estadísticas les deparan a las travestis latinas. Michelle, otra transexual, amiga y colega de Brenda, ha desaparecido. Dicen que se fue de viaje. El punto que conecta a Cafasso, Brenda y Michelle es el último misterio italiano, disfrazado de escándalo político-sexual. Ocurre que Cafasso estaba implicado en el chantaje al político Piero Marrazzo, del Partito Democrata.

Hijo de un gran periodista de encuestas sobre las mafias, (ex) gobernador de la región del Lazio, amigo y frecuentador de Brenda y sus amigas, Marrazzo ahora es un hombre con un brillante futuro a sus espaldas. Marrazzo debió renunciar a fines de octubre, lo que constituyó un duro golpe para la oposición al premier Silvio Berlusconi y al Partido Demócrata. Los carabineros tenían un video donde se lo veía retozar con Brenda, y parece que Brenda también tenía un video con Marrazzo y Michelle en una bañera. La aparición de estos videos y la amenaza de toda una cinemateca pocos meses antes de las elecciones en la región del Lazio y poco tiempo después de los escándalos (hetero)sexuales de Silvio Berlusconi, en el clima de homofobia y transfobia que vive Roma, se convirtieron en un arma letal. Y esta potencia aniquiladora se da no sólo en las calles sino también en el discurso.

Desde el 23 octubre de 2009, el día en que empezaron a salir a la luz las piezas de este misterio, el mundo de las travestis romanas recibió una atención mediática sin precedentes. No hay programa que no lleve a su chica para opinar. Brenda y sus amigas ofrecían el cuerpo, Cafasso proporcionaba la droga y la fiesta empezaba. A Brenda le gustaba además hacer videos, algunos probablemente hayan quedado en la computadora ahogada en su bañera.

Que no era un escándalo político sexual “normal” lo entendieron todos en Italia cuando escucharon la dirección del lugar donde Marrazzo se reunía con sus chicas: “Via Gradoli, 96”. Es la dirección donde se desarrolló parte importante del padre de todos los misterios político-criminales italianos: la detención y la muerte de Aldo Moro en 1978.

Recordar la dinámica de lo que pasó en “Via Gradoli, 96” parece alejarnos del caso Brenda-Marrazzo (que por supuesto hasta ahora no tiene nada claro), pero resulta paradigmático para intentar comprender a este país. Un día, entre los cincuenta y cinco que duró el secuestro de Moro, apareció la noticia de que en una pista espiritista (!) aparecía la palabra Gradoli. Al día siguiente los investigadores fueron a un pueblo con ese nombre y no hallaron nada. No tuvieron en cuenta que mucho más cerca, en Roma, en Via Gradoli 96, había un departamento lleno de armas y documentos, una base logística muy importante de las Brigadas Royas, el grupo terrorista que “llevó el ataque al corazón de lo Estado”. El juez-escritor Giancarlo De Cataldo recuerda ahora en una nota para el diario La Repubblica cómo en los años siguientes a la muerte de Moro se descubrió que Via Gradoli 96 estaba conectado con los servicios secretos. ¿Se puede hablar de pura coincidencia? Se parece mucho más a una señal de un Poder, tan enigmático y oculto cuanto eficaz, que gestiona la “democracia” de este país. Investigar sobre la muerte de Moro o sobre la historia de Piero, Brenda y los otros tiene el mismo mal olor que todos los misterios políticos italianos. Se agrega la morbosa transfobia que se regodea ahora en estas muertes escandalosas, pero lo único cierto hasta ahora es que Italia es un pais con muchos misterios no resueltos y que hay un montón de muertos que piden justicia. La verdad en alguna parte existe. Y duerme tranquila.

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